Las Tablas de Marfil del Cuervo

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Prefacio


A Uwais le preguntaron: ¿Cómo te sientes?

Él contestó: Como alguien que se ha levantado a la mañana y no sabe si por la tarde estará muerto.

El interlocutor dijo: Pero esa es la situación de todos los hombres.

Uwais contestó: Sí, ¿pero cuántos de ellos lo sienten[1]?


Indudablemente, podemos morir como seres relativos y luego ver el mundo que siempre estuvo allí esperándonos. ¿Quién posee las palabras para hablar de él, acaso éstas no son también seres relativos? Hasta los Antiguos más abominables del exterior pueden ser descritos, más allá de ellos yace algo peor: lo inrelativo, que no es, que no puede ser, pero existe y voy a hablarles brevemente de algunos acontecimientos que me llevaron a su presencia. 

El sendero de Ninzuwu es de despojo y plenitud. Es el néctar sagrado del espíritu derramándose a través del alma hacia el mundo. Es una forma de magia apocalíptica, afín a estos tiempos. Es el olvido final del mago para convertirse en un místico inflamado de poder divino. Pero, por sobre todas las cosas, el Arte de Ninzuwu no es. Si el lenguaje insiste y me obliga, entonces el Arte de Ninzuwu es el cultivo de lo que no es, pero está presente en la inspiración del artista, en la lucidez del mago, en la elevación del místico, en la compasión de los Antiguos, en la vida misma. Es «eso que no es» pero sin Ello la creación entera sería un sinsentido. Sin embargo pudo revelarse en dos sinsentidos insignificantes: Messiah y yo, dejándonos aún más insignificantes. Nos fue convirtiendo en brisas pasajeras en la medida que nos íbamos entregando más y más al camino. Acaeció así el olvido en dos infatigables magos en búsqueda de superar constantemente sus límites. Nos alcanzó y nos destruyó. Dejamos de ser, olvidamos el mundo y olvidamos los nombres de poder; fuimos vencidos, simplificados en el propósito de ir más allá que nos guío hasta aquí. Más lejos, más profundo, más inconcebible, dejando atrás muchos estados que creíamos humanos por compartirlos con la mayoría. No alcanzamos siquiera a llorar nuestra humanidad perdida, violentada hacia una muerte antes de su tiempo. En el hueco que dejó su ausencia permaneció su reverberación inconclusa, junto a la tenue voz del espíritu ahora amplificada por la cavidad.

Nos entregamos al sentido que el tiempo-espacio en cada ocasión tenía para ofrecernos. Messiah se vació de investigaciones históricas, yo de teorías. Dejamos de ser sustantivos para convertirnos en el movimiento mismo del cultivo, el cual compartimos con unos pocos desconocidos nuestros. Nos supimos parte de una raza que gusta pasar inadvertida entre la humanidad.


En mi primera veintena comencé el postergado camino de convertirme en un mago, era necesario antes formarme y educarme en la educación que ilumina a todos, cuya extensión sobrepasa los límites de lo tolerable por un espíritu libre. Así que, teniendo ya las frustraciones y desencantos suficientes para potenciar el enorme impulso que se requiere, entré de lleno y con toda mi energía a la misión. Fue arduo desandar lo fijado por una mentalidad robótica, mecánica, muerta, generadora de sujetos dispuestos para servirla y alimentar con su sangre la insaciable voracidad del sistema artificial que nos atraviesa a todos. Cuando logré ser inmune al drenaje del sistema pude ver lo indecible sobre él. Seguí adelante, conocí a Messiah, fui unos pasos tras él en el camino de iniciarnos en el Necronomicón. Luego, él eligió los Mayores, yo los Antiguos, y esa brecha nos mantuvo separados uno del otro, y fuimos hasta el límite y nos encontramos nuevamente; habiendo cruzado el límite los opuestos se unen. Cuando publicó Las Tablas del Cuervo sentí una llamada fuerte hacia su trabajo, sentí el mismo entusiasmo que me había conducido a seguirle los pasos en el Necronomicón, y no tenía la más mínima idea sobre qué trataban estas Tablas. Sin dudarlo, y sin pensar demasiado, me inicié en ellas, esta vez él me siguió unos pasos atrás. Nos volvimos a separar, pero para trabajar más unidos que nunca en una dimensión que no es esta, fueron meses intensos, y él portó la pluma que grabó en la existencia el Yi Jing apócrifo de Genghis Khan. Ambas obras componen los cimientos del Arte de Ninzuwu, siendo las Tablas la guía para la iniciación en el lenguaje Vasuh, que luego es aplicado en los 64 Hexagramas del I-ching para develar su sentido místico y mágico. Emprendo aquí el recorrido que será escribir El Arte de Ninzuwu en español, apoyado en las dos obras ya citadas de Messiah-el-bey. 


Rafael Barrio,

Buenos Aires, 26 de septiembre de 2013.


Introducción


Sobre dioses, demonios, plano astral, verdadera voluntad y el Yo.


De ninguna manera es posible acceder a esta obra motivado por mera curiosidad, ello no es suficiente para toparse con los reinos divinos. El Arte de Ninzuwu se encuentra tanto a un paso como a un abismo del hombre común. Su realización es simple, su aplicación también, el entendimiento puede muy bien teorizar sobre él, la comprensión puede venir después mediante su cultivo. El Arte de Ninzuwu implica la aplicación eficaz de Las Tablillas de Marfil del Cuervo (The Ivory Tablets of the Crow), cuya simpleza es altamente compleja por la interferencia engañosa del plano emocional y conductas habituadas a la esfera astral que cristalizan su fluidez. 

El Mago debe atravesar el plano astral para permitírsele el acceso a los reinos divinos; a diferencia del místico, primero debe conocer cada recoveco de la emocionalidad trabajando en esas esferas como ningún humano común. Indefectiblemente muchos se vuelven esclavos por los efectos de sus trabajos en ese campo. Es que es un bosque tupido, hermoso y, una vez atravesado, ¿Cómo dejarlo atrás para adentrarse al desierto abisal que conduce hacia la divinidad? Es preciso entender cómo operan las emociones, el mago lo entiende, pero detenerse demasiado en esas áreas puede hacerle olvidar las leyes básicas que sostienen el plano en su totalidad.

Las emociones son independientes del animal humano, pero habitan en él de la misma forma que lo hacen las bacterias y los gérmenes: algunos útiles y otros perjudiciales. El sendero mágico involucra una profundización y potenciación de las energías emocionales; como un vampiro recién nacido, no son sus sentidos sino los estímulos que se vuelven potentes, no es él sino las cosas que se tornan incómodamente nítidas: sabores, olores, sonidos, texturas, colores, pensamientos, todo se magnifica mostrando sus surcos más sutiles. Lo supuesto se vuelve evidente y, por lo tanto, ahora salta a la vista del mago. Todo este proceso de transformación es tan gradual que no no seria posible dar cuenta del mismo, salvo por la interacción con el hombre común. Pronto aparecen los panteones, llenos de dioses y demonios de todos los tipos imaginables, entidades distinguibles del plano astral, de la energía emocional que hasta el momento sólo se la había considerado mediante esos pobres nombres que el sistema y la convención nos provee para identificarlos: amor, odio, frustración, entusiasmo, y variantes de éstos. Los dioses no son más que emociones benévolas, como la felicidad; los demonios no son más que emociones originarias y primitivas, como el miedo. A través de varias formas y sistemas mágicos, estas emociones son accesibles por el mago de un modo jamás antes imaginado y, dado que es su vibración emocional la causante de cambios concretos en su ambiente y circunstancias, es evidente que el control y conocimiento del plano astral se hace vital para reestructurar la forma de su vida concreta en concordancia con una Voluntad[2] que al mismo tiempo busca comprender. Lo mismo sucede con la religión, en el fondo es la posibilidad de transformar la propia vida a través de procesos invocatorios de dioses y/o demonios específicos para el mismo fin. 

La compleción espiritual y psicológica aspira primero a dominar, para luego luego dejar atrás, el plano astral. Abandonarlo antes de dominarlo es un error, eso lo sabemos todos los magos. Dominarlo y olvidarse de que el sentido fundamental siempre fue liberarse de él comprende el mayor de los desaciertos en la magia. El compromiso para con lo emocional por parte del mago es conocido como el Inframundo de la mitología antigua, el Descenso de Inanna revela la manera en que el mago se conduce hacia las raíces mismas del plano astral, donde sucede su propia destrucción para luego ascender transformado, no reconociéndose más a sí mismo en muchísimos aspectos. Este acto de suicidio espiritual es llamado por muchos “la muerte mística”. El descenso de Inanna recuerda al mago que el tramo final consta de su propia destrucción en el plano astral, para luego realizar un ascenso rápido que lo saque completamente de ese lugar. Ninguna entidad astral, ningún dios o demonio, asistirá al mago en el tramo final, ni en su completa destrucción, ni en su ascenso. Es él un recurso valioso para todas las entidades con las que ha colaborado por un buen tiempo, muchos demonios han sido elevados gracias a él, muchos dioses han inferido en el plano humano gracias a él y no le van a permitir abandonarlos.

El mismo tratamiento que realiza el mago para con el plano astral se aplica al Yo, pues para él pertenece a la misma sustancia astral que los dioses y los demonios. De ahí que sea posible la «asunción de la forma divina», la cual es una práctica esotérica realizadas por muchas escuelas y trata de la identificación del Yo con el dios o demonio invocado. Para que uno pueda identificarse con el otro deben ser del mismo mundo, del mismo plano. Y aquí hemos dado nuestra visión y concepto sobre la entidad astral llamada yo.

Queda clarísimo lo difícil que es para el Iniciado encontrar su Verdadera Voluntad y luego someterse a ella contra un Yo constituido con materia astral, de una densidad capaz de volver muy tenue la voz de la Verdadera Voluntad, cuya energía es mayor pero de menor densidad. 

Las escuelas y lineamientos mágicos —con sus agrupaciones, órdenes y clanes— buscan cierta independencia del sistema de creencias que gobierna la masa humana, operan como células semi-independientes pretendiendo reconfigurar su materia emocional para, como dijimos más arriba, volverla un espejo capaz de reflejar la Verdadera Voluntad. 

Las Tablillas de Marfil del Cuervo son concebidas en un plano trans-astral, donde la Verdadera Voluntad se presenta patente en la visión interior del mago. La operatoria a través de los planos astrales en concordancia con la Voluntad es un viaje casi a ciegas, los famosos peligros siempre son los mismos: ser absorbido por el mundo astral convirtiendo a sus entidades en los directores inconscientes de la vida y sus decisiones; las justificaciones y razonamientos, siempre postreros, convencerán de que «ese es el camino» a la alucinación del cerebro llamada Yo.


El Nacimiento del Cuervo



Más allá de las esferas, los pórticos y los Antiguos, todos los tiempos son uno y están ahora presentes, todos los mundos son uno y están aquí presentes. 

No tiene por atributo al movimiento puesto que Aquello es movimiento. Cuando el movimiento es poseído por otro sustantivo no puede ser otra cosa sino advertencia de fijaciones pasajeras para el poseedor, que en tanto tal se mantiene ajeno al movimiento revistiéndolo con su cualidad de fijo. Por lo tanto, el movimiento como atributo, es decir: en caracter de poseído por otro sustantivo, revela una relación que favorece jerárquicamente al polo fijo de aquella, ya que decimos que el movimiento es atributivo a otro sustantivo que necesariamente debe ser fijo. Es evidente que la creencia aquí es que el movimiento sólo puede ser atribuido a lo fijo y no al revés: donde lo fijo sea atributo del movimiento. ¿Y por qué habríamos de elegir lo fijo en vez del movimiento para ubicarlo en el primer lugar en jerarquía? La respuesta a ello está en la mentalidad humana, la cual se atribuye a sí misma la capacidad de movimiento atributivo, es decir: se constituye él mismo sustantivo poseedor de movimiento. Puesto que el hombre es sustantivo y verbo, gracias a su movilidad (verbo) es capaz de relacionarse como sustantivo fijo pero con capacidad de movimiento, lo que hace que el movimiento pueda ser poseído por un factor de movimiento. El viento es otro sustantivo que también es verbo, posee movimiento y la capacidad para influir al movimiento, es por ello que el viento posee el movimiento de los árboles. Los sustantivos poseedores de movimiento son al movimiento atributivo como el engranaje menor lo es al mayor. 

Los seres allí realizan sin repetir lo realizado que está a punto de realizarse. 

Más cerca, más aun, todavía más, no lo puedes ver porque siempre ha estado allí, un símbolo observa la luz y majestuosidad divina que emite Aquello más allá de las esferas. Y el símbolo también es un espejo, pero no como aquel otro en que destella su reflejo, ese que despierta antiguos magos —hijos de los Ardientes. Ellos desde la oscuridad observan el destello, pero cuando se encuentran en la quietud de la luz observan a sí mismos, aunque a través de Aquello, y no tienen necesidad de elementos.

En la comprensión de lo sencillo reside el fundamento de toda creación y estas líneas, las Huellas del Cuervo. Aunque, ¿por qué permanecer vacío? Toma lo que no es útil y plántalo en un buen lugar. No pierdas nada. Lees estas líneas y crees entender, mas no eres consciente de los secretos que abre en quien han moldeado, esta sucesión de palabras, su percepción. 

El motor de toda creación es una tensión, una batalla eterna, que sucede en el incomprendido Pórtico de la Muerte, detrás del cual se yergue el Palacio del Dragón. ¿Sigues sin comprender, verdad? ¿Piensas que esto es un sinsentido? Levanta la vista una noche sin luna hacia el cielo desnudo. ¿Cuán examine, verdad? Sin embargo, allí habitan Vagabundos y Ardientes. Más lejos reside la luz del espíritu eterno al cual pocos han llegado, y menos aun son los poseedores del valor para regresar. 

Mendigan a dioses y demonios a cambio de adorarles, imaginando una existencia altiva, con elementos que, aunque vivos, son inmóviles, cómo todo ídolo. ¡Deja de ser como ellos si es cierto que has llegado hasta aquí!

Este es el Libro del Cuervo, de Johuta hija del Cielo. Tras su faz extremadamente seductora reside la fórmula de la inmortalidad y las artes hace tiempo olvidadas, útiles a los de espíritu libre sedientos de embriaguez, a los magos inadvertidos que pasan la mayor parte de su tiempo en las Moradas del Cuervo, no conocidas por el hombre común. Conocen las Huellas del Cuervo, y el alma de todo aquel que posa su mirada en ellos, pues cargan su espejo bruñido. 

Este es el Libro del Cuervo, de una hija de Babalon, pórtico y pasaje a través del segundo abismo, del Cuervo que acaba con Leonora y Poe. 

Así, el cuervo se ha vuelto un mago para el símbolo entregado al cultivo del arte de Ninzuwu, realiza su vuelo alto solo por las noches, y cuando alumbra el día todo sigue igual. Entre víctimas del suceder exterior e interior, entre mendigos principescos donde todo sigue igual y, sin embargo, parece moverse. 

Intencionalidad y obra acontecen inseparables. Una distinción, por más pequeña que fuera, sería contrario al cultivo; sin embargo, al menos una distinción es necesaria al alumbrar el día ¿Podrías permanecer justo? ¿Por cuál te inclinarías mayormente? ¿Cuál inclinarías ante cuál?

Los Ardientes de Aquello hablaron entre sí sobre la creación de un espacio entre los espacios, un mundo existente en el tiempo, arrojado en medio del río de muerte e inmortalidad. Así nacieron desde dentro de ese mundo las llamadas Estrellas de las Tierras de las Sombras que por su origen siempre habrán de ser diabólicas. Uno de ellos se vio atraído por el glamour del Vagabundo que habitamos, poco después vinieron otros, tomaron a sus hijos, quienes fueron engendrador por ellos de entre las hijas e hijos de los hombres, y les enseñaron las costumbres y tradiciones de los Ardientes. La voz de antepasados de Aquello resuena a través de las sociedades de hombres en todos sus tiempos, pero los Libros Oníricos fueron quitados de los hombres por los Ardientes, las Huellas del Cuervo se disiparon. En su lugar, sacerdotes y guerreros de la fe, mediante el glamour terreno como herramienta lograron cerrar las puertas hacia los mundos exteriores, hacia Aquello. Engañan a los hijos de los hombres con ostentoso exhibicionismo y con carácter justo. Su engaño no puede descubrirse lógicamente o con palabras pero puede ser reconocido por su fe en un único dios. 

Los Nueve Sueños

Para los Cuervos consumir, consumar, recordar y olvidar forman parte de un mismo movimiento de aprendizaje y desarrollo de los instintos-intuición como un núcleo capaz de unir cielo y tierra, esta conducta lleva el nombre de Cultivo. 

El cultivo no toma prestado lo que luego es retirado y necesariamente vuelto a buscar.

El cultivo no sucede en la tierra sino sobre ella.

El cultivo es uno, nunca dos.

El cultivo no es atributivo a los hombres, ellos confluyen en el cultivo.

El cultivo es anulación de lo alto por lo bajo, anulación de lo bajo por lo alto, destruye los caminos laterales y el del medio.

En el cultivo se perciben las corrientes, su adherencia, la predisposición resultante, así el devenir se torna visible en el espejo.

En el cultivo la restricción produce regocijo que, a su vez, atrae el aumento.

Durante el cultivo se sirve al momento, pleno de movimiento y sentido.

Los Cuervos recorren el mundo absorbiéndolo a cada paso, hasta lograr permitirse ellos mismos recorrer por el mundo. 

Lo siguiente son las Huellas del Cuervo, el alfabeto Vasuh, el Libro de los Nueve Sueños:

La claridad de la diosa [Zhee] mana como un rayo [Aum] de vida [Tuu] a través de todos los mundos [Hmu], impartiendo Baraka [Bnhu] en todas sus corrientes [Phe]. Sana y contiene [Nzu] la energía de las estrellas [Lewhu] que ha de derramar en los seres [Shki].

Aquí reside la primera práctica de los Cuervos, los cultivadores del arte de Ninzuwu, y se llama El Alma de Fuego[4]. 

Tan sólo he escrito las palabras de mi Padre, deben ser recordadas, sólo así cobrarán vida y podrán entonces transmitir el conocimiento del Arte de Ninzuwu. Lo que carece de vida no es posible en nuestras operaciones. Aquí no hay formas muertas pretendiendo invocar el recuerdo mediante su repetición, aquí debe recordarse —no repetir hasta memorizar[5]. 

Antes de que mi Padre y yo retornáramos a la tierra, habíamos entonces ya aprendido de idiotas cómo leer, mas no a recordar. Idiotas engañados por muertos con promesas de añoranzas eternas. ¿¡Cuándo serás capaz de soltar lo que nunca fue tuyo!? El único conocimiento que posees es aquél que recuerdas. Si no radica en el recuerdo, entonces es prestado, y será quitado para ser buscado una y otra vez. Largas vidas ya he transitado con conocimiento prestado, y por haber sido el conocimiento prestado otras más transité en su búsqueda. 

Aquí se suceden las Huellas del Cuervo, el Libro de los Nueve Sueños:

La Llamada de Shamuzi

Pocos han sido llamados al Sendero de los Nueve Sueños, pues la virtud es imprescindible para el viaje. Para los de corazón puro hay belleza en estas tierras, pero el camino no es fácil de encontrar, por lo que es necesario llamar a Shamuzi. 

El Shamuzi te protegerá de cualquier daño y de voces ignorantes a la que es susceptible la mente. Su energía sagrada porta el goce de la sangre —allí comienza el camino. 

No te alarmes por su apariencia cuando Ella te reciba y se coloque a tu lado. En estos tiempos, la parte inferior del Shamuzi es como un caballo y la superior como una mujer hermosa de largo cabello dorado. Sus ojos son como los de un gato y sus dientes como los colmillos de un murciélago. Así y todo, su espíritu es puro como el de un niño pequeño, pues la inocencia es un valioso tesoro hace tiempo olvidado.

Habiendo realizada su llamada, el Shamuzi te enseñará maravillosas y, sobre todo, extrañas cosas. Y la oración, el Alma de Fuego, debe recitarse habiendo antes esparcido sal marina, pues el lugar de llamada debe estar limpio. Luego del Alma de Fuego, llama a Shamuzi y pídele que te conduzca hacia La Fuente de la Vida. 

[La llamada está disponible en la versión dónde Messiah es el editor]

Shamuzi es el sol espiritual que habita detrás del sol. Estas operaciones deben cantarse en la luz de la Diosa del Sol, pues ella guarda todos los registros del hombre y observa todo lo que ocurre. Y estas palabras deben recordarse, aunque pueden ser recitadas antes. 

Es posible que Shamuzi venga y pose sobre tu canto de la llamada; si no lo hace, sigue cantando por los próximos 3 días. 

La Espada de Ninzuwu

Obnubilados por una visión superficial de las patencias, muchas veces olvidamos que el hombre nunca fue sino una y la misma entidad. 

El viaje hacia el espíritu inmortal comienza con el sometimiento de la materia astral a la Verdadera Voluntad. 

Sometimiento es silencio. Silencio es plenitud. En el pleno del silencio se devela el misterio del espíritu inmortal. 

El misterio del espíritu inmortal se descubre en el silencio, pero no por éste.

El silencio olvida al silencioso, recuerda la verdad, conmemora el cultivo del jardín —única forma de sometimiento. 

El cultivo es ejercicio y toda actividad puede al mismo tiempo ser también una forma de cultivo.

El hombre construye, el mago destruye y reconstruye, el sacerdote espera paciente su muerte. Y cuando la muerte acontece los tres son uno y lo mismo junto con la vida. ¿Qué otra cosa es la vida sino un río que corre? 

El hombre ya no construye, el mago ya no reconstruye, el sacerdote ya no espera. Los tres en uno mueren en el sustantivo para nacer en el verbo ilimitado. ¿Qué es la vida sino un verbo ilimitado?

El viaje hacia el espíritu inmortal es un estado de consciencia, un eterno ir y un eterno arribar a la vez. 

La palabra cambia extensión por intensión, y así es cómo la luz reflejada por el filo de la espada de Ninzuwu se deja sentir en el mundo. 

La percepción nace sometida a un discurso, y se libera cuando la personalidad, hecha de materia astral, se somete. Y en el sometimiento de la personalidad encuentra la percepción su libertad. ¿Y qué es el hombre sino percepción y transmisión? 

Al poco tiempo de nacer es activada una función en él que le permite elegir cómo transmitir y, según su elección, se discriminará de otros hombres, construirá sobre esa diferencia fortaleciendo la función convertida en Yo. La elección sobre cómo transmitir no influye sobre la percepción que siempre recibió uno y el mismo discurso.

[La llamada de Ninzuwu está disponible en la versión dónde Messiah es el editor]

La Apertura de las Aguas

Pues lentamente se despliega una flor gris, de otro tiempo sin tiempo, y lentamente es como debe ser. La flor fecundante de un pasado detenido, de un tiempo encapsulado, de una promesa futura ya cumplida. El Ojo del Cuervo comienza a distinguir el trabajo de su despliegue, su maduración y su final. 

Lentamente, porque sólo un Cuervo puede tolerarlo. Pero el Cuervo tarda en alumbrar porque su cuerpo es veneno para el hombre del cual emerge, y que grita: Sé lo que hay del otro lado del ego, es hermoso y horrible a la vez. De una belleza que de imaginarla no te sentirías merecedor a tal punto que la culpa te corroería, de un horror que no te atreverías ver de frente. La majestuosidad que te rodea te haría comprenderte tan minúsculo, y te sentirías indefenso como en tus peores pesadillas. Podrías verlo todo, pero te dolerá, te dolerá muchísimo. Madurarías rápidamente, serías como un guerrero forjado en el crisol de una eternidad de masacres. No podrías reconocerte en ningún humano, porque simplemente ya no lo eres. Habrías de sumar a todo esto que nadie verá distinción en ti, con excepción de unos pocos despiertos… muy pocos. 

La Apertura de las Aguas precede a todas las operaciones del Cuervo, pues en sí misma es el Arte del Fuego y el Agua. 

Espíritu de Vasuh, bendice tu morada.

Espíritu de Ut, bendice tu morada.

[La llamada de Ninzuwu está disponible en la versión dónde Messiah es el editor]

Purifica la sala con agua salada consagrada a Zhee, pero también puedes utilizar el agua del aliento —que es Fuego y Agua— para crear los vientos necesarios a tu alrededor. 

Todas las cosas existen en estas Aguas que abren los Sueños. El Fuego es el poder irradiante de dirección en el Sueño que las Aguas conducen, allí los antiguos crearían «dioses» que puedes verlos como destellos en la claridad. No obstante, no deben ser adorados como dioses, porque ello acarrearía su descenso. 

El Sueño del Fahmu

¡Fuego de vida, consume!

Un desierto, o abismo tal vez, separa al Sueño de Ninzuwu del de Fahmu. La divinidad de un lado, el reino de los dioses del otro. Y la Espada de Ninzuwu, única capaz de mantener lo divino a salvo y despojado de los dioses en sus respectivos reinos. 

El Fahmu es un pórtico hacia los planos más altos en que habitan los dioses más Antiguos.

El abismo ha hecho olvidar a los dioses su origen, ¿Cómo pretendes tú recordar? ¿Crees que es fácil?

Para recordar debes «olvidar» a los dioses, aunque ellos jamás se olvidarán de ti, habiendo tratado con tantos en tu viaje hasta tu iniciación en el Arte de Ninzuwu, en el desenvolvimiento hasta convertirte en un Cuervo, ¿cómo podrían no reconocerte?

La atmósfera del desierto es de claridad, pero se concentra en formas cristalinas de hasta tres metros de altura proyectándose desde el suelo hacia el cielo. Deberás cortar cada cristal que se interponga en tu camino con la Espada de Ninzuwu, abriendo así paso hacia los dos Fahmu que custodian la Fuente de las Llamas. Una vez allí debes responder con el siguiente Mantra:

[Disponible en la versión dónde Messiah es el editor]

Estas palabras deben ser recitadas 3 veces al día durante 3 días seguidos, y deben cumplirse las operaciones que comprenden el Alma de Fuego y la Llamada de Shamuzi. Luego te será ofrecido el Fuego de Vida, cuyas propiedades te elevarán sobre el mundo de los hombres hasta la divinidad que habita en toda vegetación que desde el inframundo se eleva hacia los cielos. Divinidades del viento —Tengu, Pazuzu y todos los ventosos— que han logrado liberarse de los dioses habitando en sus reinos, y en el de los hombres descansando en los árboles. 

El Fahmu siempre recuerda a quién ha fijado la mente hacia el viaje místico de los nueve Sueños prestar atención a las prácticas de pureza. De lo contrario, los demonios contaminarán la pureza y se habrá perdido el poder sobre la Puerta de la Vida. 

Una vez que hayas bebido el Fuego Inmortal, debes compartirlo con tu gente. Aquel que elijas debe estar acostumbrado y preparado para beber del Fahmu (otro nombre para el Fuego de Vida) por sí mismo —puesto que su piel es como agua que fluye—. Los Cuervos muy a menudo comparten las Aguas de Fuego con aquellos que conocen el camino. 

Y el Cáliz del Fahmu puede llenarse con el Fuego Inmortal en cualquier momento en que la intuición lo dicte, siendo el mejor tiempo aquel que es previo al descanso. La fórmula no es difícil, empuja tu aliento —que contiene fuego y agua— fuera del cuerpo, susurrando [Zhee] sobre el Cáliz.

Comprende que el Poder del Fahmu concierne a todas las artes de curación, puedes aprender mucho si así lo has decidido.

El Fahmu reside en el poder transformador de las plantas. Las plantas son destacables entre las criaturas divinas, capaces de transformar la luz solar en alimento y ser responsables de toda la vida animal. Podrás encontrar a los espíritus ventosos en los árboles y toda planta bien puede ser un altar para el viento; hablan a través de la mente, si no los oyes prueba a escuchar mientras el [Zhee] vibra en los labios, y si sigues sin oírlos es porque todavía no has decidido hacerlo.

La divinidad se dispersa como el polen poblando la tierra con vegetación, así la divinidad expande su hogar en la Tierra. El título de Fahmu es recibido cuando el mago, como un árbol fuerte y viril, esparce la divinidad polinizando otros hombres, que a su vez siguen esparciendo la claridad de Shamuzi, así es como la consciencia de sí mismo se expande en el mundo a través de los Fahmu.

El Fahmu tiene sabiduría sobre el abismo, y conoce los atajos que atraviesan el desierto, en sus viajes constantes entre la divinidad y el reino de los dioses. Es el viajero, el psicopompos, que lleva y trae, reportando a la divinidad y descristalizando dioses.

El Sueño De Quekanuit

El sufismo consiste en que abandones cualquier cosa que tengas en tu mente, que des lo que tengas en tu mano y que hagas cualquier cosa de la que seas capaz. Abilkhayr

Todo viaje hacia otros mundos es precedido por un Silencio de tiempo, espacio, instintos, emociones, mente y alma. De una quietud que los no-iniciados temen y los iniciados frecuentemente postergan. El vacío completo de imágenes desenraiza el sentido de continuidad, y devela lo que el bullicio humano ha ocultado durante siglos.

Toda forma nace de la esclavitud, durante su vida llama a la esclavitud, al morir flota como un fantasma paciente a la espera de los tiempos propicios en que tiene posibilidad de volver a nacer.

Una Armada de fantasmas coagularán en la forma de un hombre alto y calvo. Y en su rostro veras todos los fantasmas y sus tiempos. No llames sus tiempos, solo obsérvalos pasar, allí es cuando la Palabra de Quekanuit debe recitarse siete veces: «iumha-eeks-mu-ah»

Cuando la Palabra haya logrado su propósito, el hombre se transformará en un niño pequeño de piel pálida y ojos azules. No entres a las tierras del niño, tu viaje debe continuar. La mente de tal niño es durmiente, puede que no quieras entrar allí… o tal vez sí, deja que tu intuición lo dicte luego del Bautismo.

Quekanuit brinda un mejor control sobre las energías del corazón y la mente, pues el silencio divino es un gran restablecedor. Al Sueño de Quekanuit se entra desde el Fahmu, de otro modo habrá confusión. Abres el Sueño recitando Quekanuit veintiuna veces luego de beber del Cáliz del Fahmu. 


[1] Osho. Sufis, la gente del camino.

[2] Voluntad es un concepto técnico en magia y significa, lisa y llanamente, el propósito del espíritu inmortal conectado al hombre por un hilo muy tenue desde un lugar muy lejano. Se presenta como sutil mandato ajeno ante el cual sólo es posible someterse sin comprender nunca muy bien sus fines específicos. La llamada Voluntad es más parecida a la voz que ha guiado a muchos magos, incluido Jesús, percibida ajena y exterior en comparación con los impulsos interiores. De ahí la tan tematizada conflictiva psicológica expresada en grandes magos y profetas entre su yo mortal y sus propósitos inmortales. Pareciera que a lo máximo que puede llegar el Yo es a oír un proyecto remoto que intuye suyo pero no lo siente así, en el sentido más emocional-astral del sentir. Ultimamente las neurociencias parecen indicar que el Yo es una alucinación del cerebro, una pequeñísima porción que algunos llaman el área de relaciones públicas de dicho órgano, tal vez ello querían indicar los hindúes, sin posibilidad de verificación científica, con el concepto de Maya hace más de dos mil años. Tal vez la Voluntad sea lo único que no es parte de la alucinación del cerebro, el único nexo posible hacia una percepción no ilusoria del ser.

[3] Edgar Allan Poe.

[4] La descripción de las prácticas se halla en la versión en Ingles de las Tablas de Marfil del Cuervo.

[5] o mecanizar.

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